Santoral del 30 de Septiembre


INDICE
Francisco de Borja, Santo Tercer Superior General de la Compañía de Jesús
Jerónimo, Santo Doctor de la Iglesia
Gregorio "el Iluminador", Santo Obispo
Honorio de Canterbury, Santo Obispo
Simón de Crespy, Santo Monje,
Federico Albert, Beato Fundador
Santos URSO y VÍCTOR
Beata FELICIA MEDA
Beato JUAN NICOLÁS CORDIER
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día

En Belén de Judá, el tránsito de san Jerónimo, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, el cual, consumado en el estudio de todas las ciencias y hecho imitador de los Monjes perfectos, con la espada de su doctrina dio muerte a muchos monstruos de herejías, y finalmente habiendo llegado a la edad decrépita, descansó en paz y fue sepultado junto al Pesebre del Señor. Su cuerpo, trasladado después a Roma, fue colocado en la Basílica de santa María la Mayor.
En Roma, el tránsito de san Francisco de Borja, Sacerdote y Confesor, que fue Prepósito General de la Compañía de Jesús, varón memorable por la aspereza de vida, don de oración y por haber renunciado las dignidades del siglo y rehusado las de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 10 de Octubre.
En Lisieux de Francia, el tránsito de santa Teresa del Niño Jesús, de la Orden de Carmelitas Descalzos, muy esclarecida por la inocencia y sencillez de vida. El Sumo Pontífice Pío XI la puso en el catálogo de las santas Vírgenes, la declaró especial Patrona de todas las Misiones, y mandó que su fiesta se celebre el día 3 de Octubre.
En Roma, san Leopardo, Mártir, que fue de la servidumbre de Juliano Apóstata, y a quien le fue cortada la cabeza, y su cuerpo después trasladado a Aquisgrán.
En Soleure de Francia, el suplicio de los santos Mártires Víctor y Urso, de la gloriosa legión de los Tebeos, los cuales primero, imperando Maximiano, fueron atormentados con crueles suplicios, pero librados por una luz celestial que, resplandeciendo sobre ellos, hizo caer en tierra a los verdugos; después fueron arrojados al fuego, y, no recibiendo daño alguno, por último perecieron pasados a cuchillo.
En Plasencia, san Antonino, Mártir, de la misma legión.
El mismo día, san Gregorio, Obispo de Armenia la Mayor, el cual, en tiempo de Diocleciano, padeció muchos tormentos y por fin, imperando Constantino Magno, descansó en paz.
En Cantórbery de Inglaterra, san Honorio, Obispo y Confesor.
En Roma, santa Sofía, Viuda, madre de las santas Vírgenes y Mártires Fe, Esperanza y Caridad.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SAN JERÓNIMO, Presbítero y Doctor
Del mismo modo que fuimos aprobados de Dios
para que se nos confiase su Evangelio, así hablamos,
 no para agradar a los hombres, sino a Dios,
que sondea nuestros corazones.
(1 Tesalonicenses, 2, 4).


La vida de San Jerónimo, hombre rico de Panonia que se hizo bautizar en Roma y fue ordenado sacerdote en Antioquía, no es sino una serie ininterrumpida de trabajos emprendidos por la gloria de Dios. Secretario del Papa San Dámaso, enseñó Sagrada Escritura y dio de ella, en latín, su famosa traducción conocida con el nombre de Vulgata, que aprobó el Concilio de Trento. Fue también el azote de las herejías. Su austeridad, sus continuos ayunos y su celo por la conversión de las almas, nos enseñan la virtud y el Evangelio más elocuentemente aun que sus palabras. Murió en el año 420, cerca de los 80 años de edad.

MEDITACIÓN SOBRE SAN JERÓNIMO
I. Este santo Doctor abandonó la lectura de los autores profanos, por quienes tenia una especie de pasión, a fin de entregarse de lleno al estudio de los Libros santos. ¿Hasta cuándo perseguirás en tus estudios sólo tu agrado y tu interés? Mira hacia dónde tienden tus vigilias y tus trabajos, y trata de santificarlos mediante la rectitud de tus intenciones. Acuérdate siempre que hay que atribuir a la virtud más valor que a la ciencia. Ama la ciencia, pero prefiere a ella la caridad. (San Agustín)

II. San Jerónimo dejó la Ciudad eterna, en la que era colmado de honores, y fue a buscar, en la soledad de Belén, un refugio contra los peligros del mundo. Examina las ocasiones que tienes de ofender a Dios, y abandónalas. En el desierto es donde Jesucristo y un gran número de santos después de Él triunfaron de sus ataques. La gloria del desierto es triunfar del demonio que venció a nuestros primeros padres en el paraíso terrenal. (San Euquerio).

III. El pensamiento del juicio fue lo que movió a este gran santo a retirarse a la soledad y a imponerse las más rudas mortificaciones. Es menester que el sonido de aquélla trompeta terrible que deberá citarte ante el tribunal de Dios resuene continuamente en tus oídos. ¿Estás pronto a dar cuenta de tu vida? Piensa en ello a toda hora durante el día, tiembla, como lo hacía este santo; abandona los placeres y abraza la cruz. Cuando el sonido de la trompeta haga temblar la tierra y a los que la habitan, tú estarás gozoso. (San Jerónimo).
El pensamiento del juicio
Orad por la educación cristiana de la juventud.

ORACIÓN
 Oh Dios, que os dignasteis conceder a la Iglesia un admirable intérprete de las Sagradas Escrituras en la persona de vuestro confesor San Jerónimo, ayudadnos, en consideración de sus méritos, a llevar a la práctica la que enseñó con su palabra y sus actos. Por J. C. N. S. Amén

San JERÓNIMO. (c.347 - c.420). Doctor de la Iglesia.

Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explanar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. 

De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor ofronio Eusebio Jerónimo, nació en Estridon, cerca de Aquilea, en Venecia (y no en Dalmacia o Panonia), en el seno de una familia muy rica, tras una juventud desordenada y la formación romana en la escuela del famoso retórico Donato, fue ordenado catecúmeno en Roma junto con san Bonosio en el 366 y recibió el bautismo de manos del papa san Liberio. 

Después de una breve estancia en Tréveris, se estableció en Aquileya con la comunidad de san Cromacio (374), donde conoció a Rufino (con el que más tarde polemizará); pero luego partió para Oriente en el 373, llegando a Antioquía; aquí, durante una enfermedad, tuvo la célebre visión, contada por santa Eustoquio, en la que se sintió llamado a juicio; y ante su respuesta de que era cristiano, el juez divino le respondió que mentía: "Tú eres ciceroniano y no cristiano, ...porque donde está tu tesoro está tu corazón". 

 En el retiro del desierto Calcídico (375 y 378), se entregó a las mayores austeridades, superando grandes tentaciones: "Yo que no tenía por compañeros más que a los escorpiones y a las fieras, me veía con frecuencia entre las danzas de las jóvenes de Roma...; con semanas de ayunos trataba de domar la carne rebelde" y su cólera (esta característica de su carácter siempre le acompañará, y aparecerá como un santo con un carácter agrio y mal humorado, teniendo desavenencias con casi todos los personajes de su época); también escribió la “Vida de san Pablo ermitaño”. Concluido este noviciado, estudió hebreo, teniendo como profesor a un judío cristiano. En el año 379, el obispo Paulino le ordenó presbítero en Antioquía; y pronto perfeccionó su gran saber en Constantinopla; allí conoció, escuchó y estimó a santos Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa. Mantuvo contactos con la escuela neoplatónica, con la exégesis alegórica alejandrina, dedicándose a traducir las “Homilías” de Orígenes sobre Ezequiel y la “Crónica” de Eusebio de Cesarea (completéndola desde el año 326 al 379). 

Para acompañar a Paulino de Antioquía y san Epifanio de Salamina al concilio romano del 382 contra los apolinaristas, se fue a Roma, donde el papa san Dámaso le hizo secretario suyo, encargéndole que revisara la traducción latina de los evangelios y de la Biblia, incluyendo la versión de “los LXX”. Con su espíritu satírico combatió a Elpidio, que despreciaba la virginidad, y dirigió espiritualmente un círculo ascético de mujeres nobles en las lujosas villas del Aventino, como santas Marcela de Roma, Paula de Roma, Asela, Eustoquio y Fabiola. Escribió “Adversus Helvidium”, sobre la perpetua virginidad de María. A la muerte de san Dámaso (384), por desavenencias con el clero romano (entre otras cosas, a causa de la nueva versión de la Biblia), partió de nuevo para Oriente, visitando Palestina, Egipto y el desierto de Nitria, donde vivían los ascetas. 

Finalmente recaló en Belén (386-419), donde se convirtió en el responsable espiritual del monasterio construido por santa Paula para sus compañeras. En su monasterio masculino, Jerónimo pudo dedicarse a ultimar la “Vulgata”, y a redactar otras obras: “De viris illustribus” (precioso para la historia) y numerosas cartas (157). Tuvo que luchar de nuevo en defensa de la virginidad (su adversario era Joviniano) y contra el origenísmo. Polemizó duramente contra su amigo Rufino y contra el obispo de Jerusalén, Juan; luego, contra Pelagio y Vigilancio. Tras la muerte de sus bienhechoras e hijas espirituales (Paula y Eustoquio), permaneció en el monasterio devastado, apenado por las noticias que llegaban de Roma, donde Alarico hacía estragos. Acogió a los nobles míseros y despavoridos que se refugiaron en Belén a causa de las incursiones de los sarracenos en Palestina (410-412), interrumpiendo su “Comentario sobre Ezequiel”

Tuvo una gran correspondencia con muchos personajes de la época, entre ellos, san Agustín, que si bien en un principio no le gustó el santo de Hipona, lograron ser, más tarde, grandes amigos. Fue conocido como el “Doctor Maximus”. Su fidelidad al Papa fue proverbial: "Yo me mantengo unido a su Santidad, esto es, a la sede de Pedro. Sobre esta roca sé que está fundada la Iglesia. Fuera de la Iglesia, no hay salvación. El que come el Cordero fuera de esta casa, es extraño. El que está fuera de la Iglesia del Señor, no puede ser puro". Era un carácter fogoso, pero tierno con aquellos que se entregaban por entero a Dios. La leyenda nos lo presenta como un asceta luchando siempre contra el pecado de la lujuria y contra el mismo diablo, que tantas veces se ha reproducido en la pintura. Murió en Belén. Está enterrado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma. Patrón de Dalmacia (Croacia). MEMORIA OBLIGATORIA.
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Martirologio Romano: En Solothurn, en el territorio de Helvecia, hoy Suiza, santos Urso y Víctor, mártires, que, según la tradición, pertenecieron a la Legión Tebea La Legión Tebana constaba de seis mil seiscientos hombres y, como Maximiano perdió toda esperanza de doblegar su constancia, ordenó al resto de su ejército que cercara a los tebanos y les hiciera pedazos, ya que no querían renunciar a su fe cristiana. Ninguno de los cristianos ofreció resistencia y todos se ofrecieron al sacrificio con la mansedumbre de los corderos. La matanza fue espantosa: un vasto espacio de terreno quedó cubierto por el montón de cadáveres del que manaban arroyos de sangre. Maximiano acudió a inspeccionar la obra y, evidentemente satisfecho, mandó a sus soldados que despojaran a los muertos de sus ropas y sus armas y se quedasen con ellas como botín. Se hallaban todos entregados a la macabra tarea, cuando un veterano llamado Víctor rehusó participar en ella. Sus compañeros le preguntaron si también era cristiano, a lo que respondió afirmativamente. 

En seguida se precipitaron sobre él y le mataron. A otros dos soldados de aquella legión, llamados Víctor y Urso, que habían quedado rezagados en la marcha, en cumplimiento de alguna orden, se les buscó hasta encontrarlos en la ciudad de Soloturno (Soloure) en Suiza. Allí fueron sorprendidos por el gobernador Astaco, éste los encarceló y los mandó torturar, pero, según cuenta la leyenda, fueron liberados. Así pudieron dedicarse a la predicación del Evangelio a los habitantes del lugar, esto les llevó a un nuevo arresto. Fueron condenados a la hoguera, pero el fuego se apagó de forma milagrosa. Decidieron decapitarlos y arrojaron sus cuerpos al río Aar. Los cristianos sepultaron sus cuerpos en un lugar secreto, donde con el transcurrir del tiempo les fue dedicada una capilla. Las reliquias de san Víctor fueron trasladadas a Ginebra de donde es patrón, y las de san Urso permanecieron en Soleure, de donde es patrón.
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Martirologio Romano: En Armenia, san Gregorio, apellidado el Iluminador, obispo, que, después de sobrellevar muchos trabajos, se retiró a una cueva cerca de la confluencia del Éufrates ramificado y allí descansó en paz. Es considerado apóstol de los armenios Apóstol y primer Patriarca de Armenia. Se ha creado una leyenda en torno a él, diciendo que pertenecía a la línea real de la Dinastía arsácida, siendo el hijo de un parto de nombre Anak, que asesinó a Chosrov I rey de Armenia, y por lo tanto, trajo la ruina sobre sí mismo y su familia.

 Su madre se llamaba Okohe, y los biógrafos armenios afirman que la primera influencia cristiana que recibió fue en el momento de su concepción, que tuvo lugar cerca del monumento elevado a la memoria de san Judas Tadeo. Para huir de la venganza, fue educado en Cesarea de Capadocia por un cristiano noble llamado Euthalius, Gregorio solicitó, al llegar a la mayoría de edad, ser el encargado de evangelizar en la doctrina cristiana su tierra natal. A los 22 años se casó con una cristiana de nombre Mariam, de cuyo matrimonio nacen dos hijos, Vartanés y Aristakés. Tras siete años de enlace, interrumpieron su vida matrimonial de común acuerdo, siguiendo las enseñanzas de san Pablo. Gregorio se marchó de Cesarea y Mariam se retiró a un convento, para llevar una vida retirada, pero sin ser religiosa. En ese momento reina el Armenia Tiridates III, hijo del rey Chosroes. Influido en parte por el hecho de que Gregorio era el hijo del enemigo de su padre, capturó a Gregorio y le sometió a un cruel encarcelamiento de catorce años en un agujero en la llanura de Ararat. En ese mismo lugar se levanta hoy en día la iglesia de Khor Virap, cerca de la histórica ciudad de Artashat. 

Las crónicas ortodoxas describen numerosas y variadas formas de tortura sufridas por el santo, hasta llegar a ser juzgado y condenado a muerte en doce ocasiones, penas a las que sobrevivió, ayudado, según la tradición, por una mujer creyente que le llevaba cada día un trozo de pan. Tirídates cayó en profunda tristeza, rozando con la locura y durante un día de caza, comienza una vida errante en el bosque, padeciendo un síndrome similar a la licantropía, ante el que nadie podía acercársele ni llevarlo al palacio. La hermana del rey tuvo, según la leyenda, una visión, en la cual Dios le revela que solamente Gregorio, que está en la mazmorra de Artashat, puede curar a su hermano. Gregorio fue requerido para restaurar la razón del rey, en base a su reconocida santidad. Una vez en la corte, predicó la religión cristiana y oró a Dios para curar al rey Tirídates. Cuando éste sanó, pidió el bautismo y en 301, Armenia se convirtió en el primer país que adoptó el cristianismo como religión del estado. La causa del cristianismo parecía garantizada: el Rey, los príncipes y el pueblo compitieron entre sí en la obediencia a Gregorio. Como resultado, se establecieron numerosos monasterios, iglesias y escuelas. En 302, Gregorio recibió su consagración como Patriarca de Armenia de parte de san Leoncio de Cesarea. 

En 318 Gregorio nombró a su hijo Aristaces como su sucesor. Logró la conversión de los armenios gracias a la ayuda de varios obispos que él mismo bautizó. Visitó Roma y fue nombrado patriarca para Oriente por el papa san Silvestre I. Estuvo 20 años en el episcopado. Hacia el año 331 se retiró a una cueva y vivió como un ermitaño en el Monte Sebuh, en la provincia de Daranalia en la Alta Armenia, y allí falleció pocos años después sin que nadie le acompañase. Cuando se descubrió que había muerto, su cadáver fue trasladado a la aldea de Thodanum (o Tharotan). Los restos del santo fueron repartidos por varios países a modo de reliquias. Se cree que su cabeza se encuentra en Italia, su mano derecha en Echmiadzin, Armenia, y su izquierda en la Santa Sede de Cilicia, en Antelias, Líbano. Patrón de Armenia
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Martirologio Romano: En Cantorbery, en el condado de Kent, en Inglaterra, san Honorio, obispo, antes monje romano, enviado por el papa san Gregorio I Magno como compañero de san Agustín para evangelizar Inglaterra, a quien sucedió, finalmente, en la sede episcopal

Nació en Roma; era benedictino y discípulo de san Gregorio Magno. San Gregorio I Magno, que conocía las virtudes, la destreza y la sabiduría de Honorio en las ciencias santas, le eligió para que formase parte del grupo de misioneros que envió para evangelizar a los ingleses, aunque no se sabe si Honorio llego con el primer grupo que acompañaba a san Agustín de Canterbury o hizo el viaje más tarde. En el año 627, sucedió a san Justo en el arzobispado de Canterbury, como su quinto obispo. San Paulino, obispo de York, le consagró en Lincoln y, poco después, recibió el palio que le enviaba el papa Honorio I junto con una carta en que el Santo Padre mandaba que, en caso de que alguna de las dos sedes: la de Canterbury o la de York, quedase sin su titular, el otro obispo debería consagrar a la persona elegida para ocupar la sede vacante, "en vista", decía el Pontífice, "de la enorme distancia de tierra y de mar que nos separa de vosotros." 

A fin de confirmar aquella delegación de los poderes patriarcales para consagrar obispos, el Santo Padre envió también un palio al obispo de York. Honorio, el nuevo arzobispo, comprobó con júbilo creciente que la fe de Cristo se extendía, a diario, hacia todos los rincones de las islas y que el espíritu del Evangelio se arraigaba en los corazones de numerosas personas. Su propio celo y su ejemplo contribuyeron grandemente a esos progresos, durante los veinticinco años en que ejerció su episcopado. Uno de sus primeros actos y de los más importantes fue el de consagrar al burgundio san Félix como obispo de Dunwich y enviarlo en una misión destinada a convertir a los anglos del oriente. 

Tras la muerte del rey san Edwin en el campo de batalla, su vencedor, el "cadwallon" de Gales, "con una crueldad peor que la de cualquier pagano", como dice san Beda, "resolvió exterminar a todos los ingleses en las Islas Británicas" y comenzó por hacer una incursión devastadora y sangrienta en Nortumbría. Fue entonces cuando san Paulino huyó junto con la reina santa Ethelburga de Lyminge, y ambos recibieron, con Honorio, generosa hospitalidad. Pasado el peligro, Honorio designó a san Paulino para que ocupase la sede vacante de Rochester. A la muerte de san Paulino, precisamente en Rochester, en el 644, Honorio consagró en su lugar a san Itamaro, un sacerdote de Kent que fue el primer obispo inglés. Murió san Honorio y fue sepultado en la iglesia de la abadía de San Pedro y San Pablo en Canterbury. A este santo se le nombra en el Martirologio Romano y se le conmemora en la diócesis de Southwark y de Nottingham.
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  Martirologio Romano: En Roma, san Simón, monje, antes conde de Crespy, en Francia, que, renunciando a la patria, al matrimonio y a todo, eligió la vida monástica y después la eremítica en las montañas del Jura, y reclamado muchas veces como legado de paz para conciliación entre príncipes, murió finalmente en Roma, siendo sepultado en la Urbe, en la basílica de San Pedro Conde de Crépy en Valois, descendiente de Carlomagno; fue educado en la corte de Guillermo el Conquistador. Al ver el cadáver descompuesto de su padre abrazó la vida monástica y, con el permiso del rey (ya que éste le quería casar), viajó a Roma. Durante el viaje se paró en la abadía benedictina de Condat donde ingresó. Lo mismo que a muchos otros monjes pertenecientes a la nobleza, los superiores y los familiares de Simón insistieron para que emplease su influencia en arreglar discordias y restablecer los derechos. 

San Hugo de Cluny le envió ante el rey de Francia para que recuperase unas tierras que habían sido quitadas al monasterio y, asimismo, intervino activamente para obtener la reconciliación entre Guillermo el Conquistador y sus hijos. Cuando el Papa san Gregorio VII, en conflicto con el emperador, decidió concertar un acuerdo con Roberto Guiscardo y sus normandos que ocupaban parte del territorio de Italia, mandó llamar a san Simón para que le ayudase en las negociaciones. Estas concluyeron felizmente en la ciudad de Aquino, en 1080 y, desde entonces, el Papa conservó a su lado a Simón. Este murió en Roma y recibió los últimos sacramentos de manos del propio san Gregorio.
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Martirologio Romano: En Pesaro, en la región del Piceno, en Italia, beata Felicia Meda, abadesa clarisa
 Nació en Milán. Muy pronto quedó huérfana, y tuvo que hacerse cargo de sus hermanos menores. A los 12 años hizo voto de santidad. Y a los 32, cuando ya había cumplido con sus deberes familiares, ingresó como religiosa clarisa de Santa Úrsula, no sin antes dejar todos sus bienes a sus hermanos y a los pobres. Pronto alcanzó un gran renombre por su piedad. Su hermana ingresó pronto en las clarisas, mientras su hermano ingresó en los franciscanos. 

 Hacia el 1439, la duquesa de Pesaro, mujer de Galeazzo Malatesta, pidió a san Bernardino de Siena, que entonces era vicario general de los franciscanos observantes, que quería fundar un convento de clarisas en Pesaro, con la condición de que fuera Felicia, quien lo gobernase, san Bernardino de Siena no tuvo dificultad en convencer a Felicia de dejar Milán por Pesaro, con otras siete hermanas, para trabajar en la fundación querida por la duquesa Malatesta. Felicia obedeció a su superior, aunque le produjo cierto dolor alejarse, ya anciana, de la ciudad donde siempre había vivido, rodeada de un profundo cariño. Gobernó este convento con el mismo éxito que el anterior. Murió en este convento con fama de santidad. Aprobó su culto SS. Pío VII el 2 de mayo de 1807.
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Martirologio Romano: En Roma, san Francisco de Borja, presbítero, que, muerta su mujer, con quien había tenido ocho hijos, ingresó en la Compañía de Jesús y, pese a que abdicó de las dignidades del mundo y recusó las de la Iglesia, fue elegido prepósito general, siendo memorable por su austeridad de vida y oración IV Duque de Gandía. Francisco de Asís de Borja y Aragón nació en el palacio de Gandía (Valencia). Era hijo del duque de Gandía y de Juana de Aragón, y biznieto, por uniones ilegítimas, del papa Alejandro VI y de Fernando el Católico. 

A los 10 años perdió a su madre y al poco tiempo tuvo que abandonar Gandía, a causa de la toma del palacio por culpa de los revoltosos de las “germanías”. Marchó a Peñíscola, aunque su padre volvió a Gandía, él se fue a Zaragoza. En su juventud estudió lenguas y música en Zaragoza, y llegó a cantar sus propias canciones. Se dedicó a las carreras de caballos, y fue un gran jinete. Su bisabuela paterna tuvo deseos de conocerlo, y lo enviaron a Baza, y allí enfermó de gravedad y se le complicó aún más la situación a causa de un fuerte terremoto ocurrido por entonces. A los 18 años marchó a la corte en Valladolid y Tordesillas, y fue el protegido de Isabel de Portugal y de su marido Carlos V. Fue menino de la infanta Catalina, hija de doña Juana la Loca y se educó con su tío Juan de Aragón, arzobispo de Zaragoza. En Zaragoza estudió también Filosofía y tuvo como profesor a Gaspar de Lax. Fueron años de crisis de juventud. Se le nombró marqués de Lombai; y la reina le dio en esposa a Leonora de Castro, de la que tuvo ocho hijos; feliz en su matrimonio, fue elegido gran caballero del emperador y gran escudero de la emperatriz. 

Felipe II lo tuvo como amigo y consejero. Intervino en la batalla de Provenza; allí murió en sus brazos, su amigo el poeta Garcilaso de la Vega. Viajaba en silla de manos pero leyendo a san Pablo y san Juan Crisóstomo. Cogió el hábito de la confesión y comunión frecuente a causa de una enfermedad que lo tuvo a las puertas de la muerte. Su conversión se obró a partir del fallecimiento de la emperatriz, tal y como explicó en su diario: "Por la emperatriz, que murió tal día como hoy. Por lo que el Señor obró en mí por su muerte. Por los años que hoy se cumplen de mi conversión". Y la corroboró cuando tuvo que abrir el ataúd, después de 15 días de viaje desde Toledo a Granada, para certificar que aquél era el cadáver de la soberana; el espectáculo fue tan horrible que exclamó: "jamás servir a Señor que se me pueda morir". Francisco siguió a las órdenes del emperador. Pero la herida está abierta. Le nombraron virrey de Cataluña, Rosellón y Cerdeña (1539-1543), donde ejerció el cargo con justicia y rectitud. Murió su padre. Ya era duque de Gandía. Entró en contacto con los  jesuitas, el beato Pedro Fabro y Araoz. Escribió a san Ignacio de Loyola. 

Realizó una gran labor social en Gandía, abrió un hospital, y creo la universidad de Gandía. Murió su esposa. Francisco tenía 36 años y siete hijos. Hizo los Ejercicios Espirituales y se dejó guiar por san Juan de Ávila, hasta que vio su camino en los jesuitas. Llevó una vida de profunda mortificación y oración. Adelgazó tanto, que decia con gracejo, que podía dar a su cuerpo un par de vueltas con la piel. Arregló los asuntos de sus hijos y de sus estados. Renunció a sus títulos. Entró en la Compañía de Jesús, pero san Ignacio le aconsejó que por el momento lo mantuviera en secreto por razones de su status. San Ignacio dijo: “El mundo no tiene orejas para oír tal estampido”. Marchó a Roma y fue ordenado sacerdote; con otros pocos fundó un pequeño y pobre convento, en el que él mismo realizaba los trabajos más humildes. Regresó a España por indicación de san Ignacio, que vio en él algo más que un penitente piadoso. Predicó mucho, los nobles le admiraban; hizo voto de no aceptar ninguna dignidad si no era con permiso de sus superiores. 

Visitó a santa Teresa de Ávila y a Carlos V en Yuste. Marchó a Portugal convirtiendo a muchas personas. Volvió a Roma donde donó a san Ignacio, para que se iniciaran las obras del Colegio Romano, futura Universidad Gregoriana de Roma. Murió san Ignacio. Fue elegido Prepósito General el Padre Diego Laínez, que tuvo con él la misma confianza que san Ignacio. En aquellos tiempos, le llegó la mala noticia de que un libro que se le atribuía entraba en el Índice de libros prohibidos. El libro no era suyo, y esto le afectó mucho, y no se solucionó el problema, hasta el 1583, cuando él ya había muerto. Fue llamado a Roma para hacerlo asistente de España, en la curia general del papa Pío IV, que mostró hacia él una gran estima.  Se le nombró Vicario General de la Compañía y comisario de las provincias de Italia, mientras Laínez acudía a la última sesión del Concilio de Trento. Fue elegido tercer prepósito general de la Compañía de Jesús sucediendo al padre Laínez.

 Es llamado el segundo fundador de la Compañía, al revisar los estatutos. Enseñaba con su sola presencia hecha oración y silencio, humildad y pobreza. Impulsó las misiones en América y Europa central, y durante su generalato murieron los primeros mártires jesuitas. Por su influjo se llegó al nombramiento de una comisión pontificia encargada de velar por la conversión de los infieles, antecedente de la actual Congregación para la Propagación de la Fe. Abrió las puertas de la Compañía a judíos, moriscos e indígenas, algo inaudito por entonces. Otra vez en España, enviado por san Pío V, para preparar la Liga que triunfaría en Lepanto. Murió agotado en Roma después de este viaje. Su cuerpo descansa en la iglesia de los jesuitas del Sagrado Corazón de Madrid. Escribió su vida espiritual en su “Diario”. Patrón de Gandía.
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Martirologio Romano: En el litoral norte de Francia, frente a Rochefort, beato Juan Nicolás Cordier, presbítero y mártir, que, suprimida la Compañía de Jesús, siguió ejerciendo el ministerio sacerdotal en la región de Verdún, hasta que, en la recrudecida Revolución Francesa, por su condición de sacerdote fue encarcelado en una nave anclada en el mar, muriendo de enfermedad e inanición Nació en Saint-André, cerca de Souilly, en La Meuse; era hijo de un carpintero. Con 18 años decide su vocación religiosa e ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, de Nancy (1728). Estudia en la Universidad de Pont-á-Mousson. Estuvo destinado en el colegio de Nancy, en el de Dijon y también en Auxerre y en Autun, y ya doctor en teología, es profesor en Laon. Hace su profesión religiosa el 2 de febrero de 1746 y seguidamente enseña en Estrasburgo, Pont-á-Mousson y Reims. Ya sacerdote, estaba de superior en la residencia de Saint-Mihiel cuando es suprimida la Compañía de Jesús. 

Entonces se queda en la dicha ciudad como capellán de las Anunciatas hasta 1790 sosteniendo y guiando especialmente a las monjas. Luego vive con un amigo canónigo en Verdun. Opuesto con toda claridad a la Constitución Civil del Clero, pese a su ancianidad y enfermedades es arrestado el 28 de octubre de 1793, encarcelado en Bar y enviado a la deportación en abril del año siguiente. Llegado a Rochefort y embarcado en el “Washington”, su salud no resistió tantas privaciones y miserias y murió el 30 de septiembre de 1794, en una de las tiendas del hospital de isla Madame, tras padecer no pocos maltratos, soportados por él con admirable paciencia cristiana. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por san Juan Pablo II.
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Martirologio Romano: En Lanzo, provincia de Turín, en Italia, beato Federico Albert, presbítero, que, siendo párroco, fundó la Congregación de Hermanas de San Vicente de Paúl de la Inmaculada Concepción, destinada a la redención de las gentes caídas en la miseria Nació en Turín. Hijo de militar, quiso seguir primero la carrera de su padre, pero rezando un día en el altar del beato Sebastián Valfré se sintió llamado al sacerdocio. Hizo sus estudios en el seminario del Turín, siendo compañero en él de santos José Benito Cottolengo, José Cafasso, Leonardo Murialdo y Juan Bosco.

 La amistad con san Juan Bosco siguió durante toda su vida. Fue ordenado sacerdote en 1843, su ascendencia militar influyó en que fuera nombrado predicador y director religioso de la Casa Real de Saboya. Pero pidió ser exonerado del cargo cuando las leyes civiles perjudicaron a los intereses de la Iglesia. Estuvo en la parroquia de San Juan, antigua iglesia servita, de Turín. Más tarde fue enviado a Lanzo Torinese como párroco y aquí estaría toda su vida. Sólo una vez estuvo apunto de dejar la parroquia: cuando el papa el beato Pío IX le ofreció el episcopado, pero se negó a aceptarlo por el dolor de sus feligreses. Realizó su ministerio con dedicación amorosa y generosidad sin límites, atrayéndose el afecto de todos los feligreses. 

Descubrió los graves problemas de los campesinos que emigraban a la ciudad y era necesario promocionar las condiciones de vida de los campesinos para evitar la emigración. En 1859 fundó un orfanato para los huérfanos de guerra, luego una escuela que elevaba el nivel cultural de los campesinos y en 1869 fundó una Congregación femenina, las Vicencianas de la Inmaculada Concepción, conocidas como “las Albertinas”, que establecieron una red de orfanatos en el campo piamontés. Su obra predilecta fue la Colonia Agrícola, escuela de formación profesional en la que quiso aumentar la capacitación de su juventud a fin de que estuviera preparada para una mejor presencia en el mundo agrícola. Estando supervisando esta colonia, accidentalmente una viga se le cayó encima, por lo cual falleció en Lanzo Torinese. El 30 de septiembre de 1984, Juan Pablo II lo beatificó. 
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  OTROS SANTOS DEL DÍA:

Santa Sofía (Sonia). s. II.  Es la legendaria madre de santas Fe, Esperanza y Caridad, que según una tradición romana fueron martirizadas en Roma, durante la persecución de Adriano; tres días después Sofía, mientras rezaba en su tumba moría en paz. Esta historia parece que llegó a Roma, procedente de Oriente y se piensa que sea una exposición alegórica del culto de la Divina Sabiduría, de la cual proceden la fe, la esperanza y la caridad. 

San Antonino de Piacenza
. M. 286. 
Martirologio RomanoEn Piacenza, en la región de la Emilia, en Italia, san Antonino, mártir. Soldado de la Legión Tebana, martirizado a la orilla del Trevia, (Piacenza); su sangre, conservada, tiene la propiedad de licuarse. 


Santa Eusebia. M. c. 497. 
Martirologio RomanoEn Marsella, de la Provenza, en la Galia, santa Eusebia, virgen, fiel servidora de Dios desde la juventud hasta la senectud. Monja en la provincia de Marsella, que desde su juventud a la vejez sirvió al Señor con fidelidad. 

San Amado de Nusco. (c. 1003 - 1093). 
  Martirologio RomanoEn Nusco, de Irpinia, en Italia, san Amado, obispo Nació en Nusco (Avellino), en una familia bien situada. Fue ordenado sacerdote muy joven y en el 1048, fue consagrado primer Obispo de Nusco, por el arzobispo de Salerno, san Alfano. Restauró y edificó algunas iglesias, entre ellas la catedral dedicada a san Esteban protomártir; socorrió a los pobres, confió a los benedictinos el monasterio de Santa María en Fondigliano, y devolvió sus bienes a la Iglesia. Sobre su sepulcro se produjeron muchas curaciones.
Se ha afirmado que fue un monje de Montevergine, pero la fecha de su muerte hace que esto sea imposible. La leyenda le hace obispo gallego y une su vida a la de san Amado Ronconi. Patrón de la ciudad de Nusco. 

 

San Ismidón de Die
. M. 1115. 
Martirologio RomanoEn Die, en la Galia Lugdunense, san Ismidón, obispo, que enamorado de los Santos Lugares, por dos veces peregrinó piadosamente a Palestina. Hijo del señor de Sassenage, cerca de Grenoble. Realizó parte de sus estudios a la sombra de la catedral de Valence y más tarde fue canónigo de la catedral de Lyon. En 1097, fue elegido obispo de Die, Francia. Tuvo extrecha relación con Hugo, arzobispo de Lyon y legado del Papa, al que acompañó dos veces a Jerusalén, de allí se trajo reliquias con las que adornó su catedral. Ismidón es recordado como un pacificador hábil y abnegado